Para algunos expertos el aroma es el aspecto más importante en un vino. Para otros puede ser el sabor, la temperatura, la variedad de uva… Sin embargo, todos están de acuerdo en un punto clave: la importancia de la copa. Una buena elección permite potenciar todas las virtudes del vino para su máximo disfrute.
Toda copa comparte unas características básicas. Empezamos por el tallo, que cumple la función de soporte para coger la copa y no calentar el vino. Tanto en este elemento como en la base y el cáliz, finura es sinónimo de calidad.
Aún con un peso ligeramente superior, el cristal suele ser mejor material que el vidrio por su delicadeza, brillo y tacto. Tiene que ser incoloro e inodoro, además de regular y suave.
Vinos tintos
Son vinos con más cuerpo que generan aromas intensos. Las copas grandes dejan que estos aromas se estructuren en capas (afrutados y florales en las más ligeras, terrosos y minerales en las intermedias, madera y alcohol en la superficie del vino) para favorecer su percepción.
En vinos complejos y potentes como pueden ser Rioja o Priorato es recomendable un cáliz voluminoso y un cuello ancho, ofrecido por la copa Borgoña, que permite la oxidación, la subida de los aromas y la apertura del vino al mezclarse con el aire. Otra copa muy famosa es la Burdeos, que presenta un cáliz más alargado que el modelo anterior. Es la copa de vino tinto por excelencia.
Vinos rosados
Esta variedad conserva la intensidad del vino tinto añadiéndole frescura, con un deje que suele ser de flores, cítricos o frutos rojos. Se recomienda una copa romboidal, parecida a la Burdeos pero con un tamaño levemente menor.
Vinos blancos
De igual manera que el vino rosado, se estilan copas más pequeñas que Burdeos o Borgoña. Una forma de “U” o de tulipa evita la pérdida de frescura en estos vinos más ligeros y ácidos.
En blancos afrutados, una copa baja y con el cuello un poco más ancho nos permitirá liberar rápidamente todos sus aromas. Un poco más de volumen puede ser de gran ayuda en vinos secos como pueden ser los verdejos.
Vinos espumosos
Los más famosos son el champagne y el cava. Una copa en forma de flauta y con un cristal sutilmente más grueso prevendrá un aumento de la temperatura y dejará ver la ascensión de gas carbónico a la superficie del vino.